Correspondencia.
Ellos se escribían, casi que a diario, casi que varias veces
al cabo del día. Hasta terminar en algo casi casi que compulsivo, hasta olvidar
el motivo que había originado su correspondencia electrónica.
Un tecleo constante a través de un ordenador, sustituto del
método “vieja escuela” (papel, sobre, lapicera bic y sello) pero que, sin
embargo, también recorría el mundo, sino uniéndolo, por lo menos acercándolo,
hasta casi que casi fundiéndolo en una especie de anulación espacio tiempo. Sus
vidas, sus espacios, sus tiempos se interconectaban como imágnes en movimiento
yuxtapuestas, como fragmentos o samples animados de películas o cortos de vida
cotidiana
No solamente habían olvidado los motivos que originó esa
conversación escrita, solamente escrita y salpicada, saltuariamente, por
instantáneas Polaroid, nunca webcam, que sí se enviaban, estas si, por vía “convencional”.
También habían olvidado dónde vivían y desde dónde escribían o enviaban sus
fotos.
Muchos años después alguien encontró, apiladas, varias cajas
de cartón con correos electrónicos impresos en papel y varias polaroids, unidos,
pegados y entrelazados en una especie de
álbum de recuerdos, donde al parecer, dos personas, desde una misma habitación,
habían intentado comunicarse durante largo tiempo....
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