jueves, 7 de julio de 2016



Correspondencia.

Ellos se escribían, casi que a diario, casi que varias veces al cabo del día. Hasta terminar en algo casi casi que compulsivo, hasta olvidar el motivo que había originado su correspondencia electrónica.
Un tecleo constante a través de un ordenador, sustituto del método “vieja escuela” (papel, sobre, lapicera bic y sello) pero que, sin embargo, también recorría el mundo, sino uniéndolo, por lo menos acercándolo, hasta casi que casi fundiéndolo en una especie de anulación espacio tiempo. Sus vidas, sus espacios, sus tiempos se interconectaban como imágnes en movimiento yuxtapuestas, como fragmentos o samples animados de películas o cortos de vida cotidiana
No solamente habían olvidado los motivos que originó esa conversación escrita, solamente escrita y salpicada, saltuariamente, por instantáneas Polaroid, nunca webcam, que sí se enviaban, estas si, por vía “convencional”. También habían olvidado dónde vivían y desde dónde escribían o enviaban sus fotos.
Muchos años después alguien encontró, apiladas, varias cajas de cartón con correos electrónicos impresos en papel y varias polaroids, unidos, pegados y entrelazados  en una especie de álbum de recuerdos, donde al parecer, dos personas, desde una misma habitación, habían intentado comunicarse durante largo tiempo....

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