viernes, 3 de diciembre de 2010

El Santo Felipe y la humedad mugrienta

Desde las grietas, a lo largo de un hormigón deshilachado por la incuria de la ciudad del viento y la humedad mugrienta, voy bordeando en un zigzag no siempre calculado, mi paseo casi semanal, como siempre, por la escollera Sarandí.....pocas cosas han cambiado, más allá de los esqueletos calcinados de los autos, que en en una más o menos remota infancia, solía ver, pudriéndose al sol y la intemperie, en los baldíos que pertenecían a la aduana, frente a la escuela naval.....hoy, otros avatares transformaron esos predios en depósitos de otros monstruos-contenedores metálicos, que no se pudren al sol, pero que sí esperan, en su formas rectangulares, alguno que otro embarque, desde el nuevo dique....los mismos olores, mezcla de pescado podrido, orín rancio, amoníaco de los pesqueros, estacionados más allá, pero no mucho, del dique de la armada (otro cementerio de navíos vetustos, veleidad de una “marina de guerra” republicana.....pobre Pedrito Campbell y sus piratas de Artigas...sitiando y bloqueando, con sus nueces flotantes, hace más de siglo y medio, el puerto imperial de Rio de Janeiro, y ahora.....esas latitas, con corazas de pintura, más que de acero que esperan, en el cementerio de elefantes flotantes vaya a saber qué....) e incendiando, cada algunas lunas, cual fogatas flotantes, la bahía de la muy fiel y reconquistadora Saint Philip......Los destinos implacables que una escollera absorbe, impasiblemente, con sus bloques de granito, encangrenados con sus surcos de barrenos que otrora los separaran, con una seca explosión, del bloque madre......la sudestada, tan natural por estas latitudes y, por otro lado, megacargueros que se despiden en pocas horas, desde las curvas cóncavas de la bahía que, cual matriz-útero, violado y vejado, en un siglo y medio de saqueo indiferente.....¿todo sigue igual? No lo se, pero, por momentos, el inquietante silencio de la escollera me roza cómplice...sigo mi caminata, nuevamente, desde el borde, esta vez hacia afuera, la rambla sur, por el Guruyú...una chimenea de ladrillo, resabio de otras épocas, también ella, me silba....me detengo y miro hacia un cielo plomizo, más allá de los esqueletos del viejo frigorífico, en las laderas castigadas del Cerro.....la ciudad del viento habla.......

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