viernes, 8 de julio de 2016

Rosa del desierto.

En el recuadro abierto, como marco de ventana o cuadro, sin vidrio ni postigo, sólo un espacio entre cuadrado o rectángulo, una cama al fondo mirando hacia un foco amplio de luz natural, una mujer está sentada abrazando sus rodillas, sobre unas sábanas apenas rozadas.
Todo da la sensación de un aparente descuido, un desorden-orden, pero nada importa, ni le importa a ella, sóo su mirada, por momentos absorta, por momentos perdida.....Su mirada, la luz....
El todo es todo, su mirada fundida con un halo de brisa y luz apenas brillante, cálidamente fría, una luz post-meridiana, que difumina un azul pastel que se mezcla con un aura amarillenta de un sol de primera tarde de fin de invierno....
El hombre-ave ha tomado su vuelo, tras morar intermitentemente entre las pequeñas piedras en la base del cactus rosa del desierto.....

jueves, 7 de julio de 2016



Correspondencia.

Ellos se escribían, casi que a diario, casi que varias veces al cabo del día. Hasta terminar en algo casi casi que compulsivo, hasta olvidar el motivo que había originado su correspondencia electrónica.
Un tecleo constante a través de un ordenador, sustituto del método “vieja escuela” (papel, sobre, lapicera bic y sello) pero que, sin embargo, también recorría el mundo, sino uniéndolo, por lo menos acercándolo, hasta casi que casi fundiéndolo en una especie de anulación espacio tiempo. Sus vidas, sus espacios, sus tiempos se interconectaban como imágnes en movimiento yuxtapuestas, como fragmentos o samples animados de películas o cortos de vida cotidiana
No solamente habían olvidado los motivos que originó esa conversación escrita, solamente escrita y salpicada, saltuariamente, por instantáneas Polaroid, nunca webcam, que sí se enviaban, estas si, por vía “convencional”. También habían olvidado dónde vivían y desde dónde escribían o enviaban sus fotos.
Muchos años después alguien encontró, apiladas, varias cajas de cartón con correos electrónicos impresos en papel y varias polaroids, unidos, pegados y entrelazados  en una especie de álbum de recuerdos, donde al parecer, dos personas, desde una misma habitación, habían intentado comunicarse durante largo tiempo....
Tiempo y olvido.



Deseo, luego existo. Deseo existir, existo deseando y a veces olvidando.
Pero nunca renuncio al olvido que sin embargo desea no ser del todo olvidado, solo en partes,
las cuales, luego, intentan recomponer un todo a veces olvidadizo.
Recuperar el tiempo, dijo alguna vez alguien, recuperar el tiempo que se desvanece en el acto
de recuperar todas esas partes desordenadas de mi existencia existente en un tiempo sin
embargo constante e ineludible....


Fotografías parciales.

Su trabajo era en la noche. Sacaba fotos a gente divertidamente soprendida algunas veces o en poses espeluznantemente antifotogénicas en otras.
El ámbito, prevalentemente bares, boliches, pubs......Y lo importante, capturar imágenes, por las cuales luego eventualmente cobrar.
El problema,muchas veces, radicaba en que el fotógrafo era ciego y, en otras, en que olvidaba descubrir el lente.


El mitín.

La conjura de los pájaros pareció por un momento terminar como un estampido súbito, cual estallido improviso y asordante, como cámara de bicicleta que estalla luego de pisar un vidrío roto.
Solo una vieja paloma con pocas plumas y un ojo semi ciego resistió inmóvil sobre el camino de tierra polvoriento, mezcla de grava y macadam que conduce hacia el faro, sobre el peñón al final de la pequeña península al borde de la rambla, justo en el codo al borde de la terminal de ómnibus capitalinos.
Tordos, cotorras, gorriones, calandrias, algún que otro cardenal reaclimatado al ambiente citadino y algún que otro más de los tantos “plumíferos” que habían decidido congregarse para el encuentro secreto (bueno, no tan secreto, ya que la noticia del conclave se había esparcido de boca en boca y de pico en pico a lo largo de la ciudad) estallaron en un único vuelo, cual paleta pixelada multicolor....
El orden del día para la reunión estaba más o menos claro: se rumoreaba que, tras la guerra eterna de ratas y gatos por quienes debían ser los amos de la pequeña península y el peñón del faro y, sobre todo, del abundante “emporio” de liscas y esqueletos de pescado sobrante en las improvisadas hieleras al lado del pequeño puerto pesquero, a un márgen de la minúscula bahía protegida por la escollera artificial que da contención al enclave entre el faro y la costa hacia la rambla, nuevos amos pretendían hacerse de esa “tierra de nadie” que en realidad es de todos, junto al pequeño bosque de ombúes y transparentes....¡Era necesario deliberar!
Un improvisado ciclista de media tarde, pedaleando ensimismado pisó los restos de una botella de cerveza desintegrada contra el asfalto semiderretido y pegajoso por el sol estival, reventando con un golpe seco la cámara delantera, ignaro del mitín de las aves.....
Ciclista incauto, suspiró con cierto hastío y para sí la vieja paloma...¿Cómo haré para reunirlos a todos nuevamente?

miércoles, 6 de julio de 2016



El letargo de la tortuga

Durmiendo durmiendo
La tortuga despertó
Flotando desnuda
En la arena seca y casi esponjosa
De un perdido atolón
Una larga hilera de negras hormigas
Transportaba su hueca caparazón
Hacia las golondrinas sastre
Trajeadas es sus esmókines de negro satén
Verás, verás
Hemana tortuga
Con alga y saliva
Cual preciado fideo de nuestros nidos
Tu traje nacarado
Renacerá a nueva vida
Rino.



El rinoceronte despertó
Pero el cuerno ya se había ido