Siento la posibilidad, como el hollín que agrieta y carcome
la piedra de las columnas, que marcan rítmicamente las galerías y fachadas de
los edificios de antaño....
Negro hollín que vuela y juega, con la pelusa y el polvo
fino del mármol, en una extraña y familiar mezcla, mezcla que disgrega
lentamente el tiempo.
El tiempo y las posibilidades, múltiples y una, como los
granos y la arena dentro de los relojes, que nada más marcan sino la voluntad,
ajena a veces, distante otras, de no medir, no aspirar ni mirar, sino
simplemente respirar, fluir, sístole y diástole, como el fuelle de un acordeón,
que en algún momento, casi sin darte cuenta, te despierta de la nada, con un
vals o una polka, de otros tiempos....
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