Quien se afana por comprenderlo todo, ¿acaba compendiado en los márgenes de la
mismísma historia, que se niega a ser abarcada?
Tal vez sea la pregunta del millón, no del ser
millonario....Pero el espíritu de quien busca, busca, busca...y todo lo quiere conocer
o, por lo menos, intuir.....Ese espíritu se siente inacabado, pero
no...¡cansado! Igual, una sombra de hastío, el peso de la yema de un dedo que
empuja el tejido cerebral, un extraño vacío que te deja anclado a una extraña
sensación de “falta”. Falta no como sensación de error, sino de que “algo te
falta”, justamente, de que algo no está en su lugar....Todo se recompone,
dicen, en alguna parte, de la misma forma que el agua, una vez que una piedra
perfora la superficie de un lago o un charco en estado de quietud, vuelve a la
calma tensa, luego de que los círculos concéntricos se diluyen tras el “flop”
de la piedra. Todo se recompone, ¿pero dónde? Esa es la cuestión.....El recurso
de la “inacabaditud” no me complace, por más que, en alguna lejana región,
según me han comentado, es el estado de la calma perfecta (la “inacabada
inacabaditud”).....Hasta que una piedra, caída de quién sabe donde, golpea en
el medio de un charco de barro, salpicando por doquier...¿Quién me afanó la
calma?
¿El jabón “Bulldog” de glicerina? ¿O Juancito el caminante?
Que alguien me lo diga....si quiere!!!
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